“Pacientemente esperé a Jehová y se inclino a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre la peña, y enderezó mis pasos.
Salmos 40:1-2
Mujeres hermosas, Cristo vino a visitarnos y pagó el gran precio para que la cárcel fuera abierta para nosotras. No importa lo profundo del abismo, nuestro Señor llega siempre a tu rescate. En El Señor encontramos el fundamento firme; porque El es nuestra Roca de salvación. El es quién nos ayuda a enfrentar las luchas cotidianas. Esperar en Dios con paciencia en el tiempo de aflicción, o de la enfermedad, en el tiempo de la crisis, es una de las mayores experiencias que vivimos porque es precisamente en ese periodo de tiempo que aprendemos a confiar plenamente en Dios. No fuiste diseñada para permanecer en un abismo, fuiste creada para estar sobre la peña, esa piedra que no ha sido trabajada por el ser humano, donde vas a divisar el valle, es ahí en la peña donde te encuentras elevada, en la altitud, donde sientes la grandeza de Dios en tu vida, donde dominarás a todos los demás elementos del paisaje y unirás tus fragmentos hasta ser transformada con la mayor hermosura. Nunca olvides que tus pasos son reafirmados, tus pensamientos son alineados, lo torcido se endereza y toma forma sobre la peña.
"¡Hoy has sido escuchada, rescatada del abismo de la desesperación, y colocada en la peña!"
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